viernes, 28 de diciembre de 2012

El acuerdo que hacemos al nacer establece la/las bolillas a comprender, pero no el cómo.

Que todos algun dia vamos a morir, es una verdad de perogrullo. Lo que no tenemos hasta que eso nos suceda, es la certeza del cómo.

Voy llegando a la conclusión de que la vida es en su expresión mas elemental, una (o varias) figura espiral que mantiene las proporciones de la sucesión de Fibonacci.

A veces a una le parece percibir que ya ha pasado por una circunstancia muy parecida a una presente pero en realidad, si bien podrian tener puntos de contacto, siempre una circunstancia nueva, parecida a una pasada, se encontrará en una porción paralela a esa pasada, pero en una vuelta de hélice mas externa de la espiral.

Es decir, siempre una circunstacia repetitiva presente, nos traerá mas información. La primera vez de algo que nos suceda juega con el factor sorpresa, luego, el hecho que se repita, va dejando sensaciones emocionales en nuestro interior. Si es algo feliz, nos preparará para a futuro esperar incorporar mayor felicidad, y si es un hecho frustrante, nos predispondrá, por instinto de supervivencia a, en un determinado momento, ponerle fin a esa espiral.

Acumulamos, a lo largo de la historia muchos espirales de diferentes categorias, algunos de asuntos puros, otros de mixtos o misceláneos. Algunos con muchas vueltas, lo que seria un reflejo del tiempo humano que nos llevó darle un cierre.

De alli se desprenden esos dejá vú que a veces tenemos frente a una determinada circunstancia que vemos que se repite, y que nos produce una sensación de circulo vicioso...en el que un dia, en un acto de profundo autosinceramiento nos decimos, "no siento más ganas de "circular" en este circulo", y pegamos un salto cuántico para salirnos de ese riel que nos quitaba grados de libertad.

Fibonacci, quién sabe cómo, se iluminó y lo descubrió hace mucho tiempo; y gracias a eso yo tan solo tuve que invertir lo que popularmente se expresaria como "la mitad de una vida".

Una porción de tiempo aceptable, asumiendo que me ayudó a descubrir/confirmar, que si bien tengo una razón de existir (de ser) mas o menos definida, mi destino (su resolución), será a medida de lo que cada respiración mia decida que sea.

Somos los creadores de nuestro destino, nuestro propio Dios, nuestra propia madeja de lana que enrollamos y desenrollamos, nuestro dibujo que también desdibujamos, y por eso damos pasos y los desandamos.

Nuestro destino es a imagen y semejanza de nuestras decisiones, y no al revés.

No hay comentarios: