lunes, 7 de junio de 2010

Dique

El sábado a la noche falleció el encargado de mi edificio. Sorpresivamente tuvo un infarto. Un rato antes estaba arreglando el motor de su auto en la cochera y jugando con mis niños mientras yo bajaba cosas de mi auto. Ahora es un ser amable y querible que habita en nuestros recuerdos.

Especulamos, planificamos estrategias de si llamo a A, B podría molestarse, de si le compro un obsequio a C, D se sentiría celoso, de si no estoy segura de querer a E más que a F… y se nos va la vida en esas huevadas.

Queremos creer que somos algo sólido, estamos parados fírmemente sobre la tierra y un minuto más tarde nos transformamos en partículas de éter. Lo sabemos, pero lo mantenemos al márgen de nuestra consciencia, para poder vivir, o sobrevivir a nuestra cotidianeidad.

Aunque no la querramos ver, la finitud siempre está.

No había registrado lo cuidada y protegida que me sentía por ese ser bondadoso, hasta que se hizo concreta la realidad de no verlo nunca más. Y ese no fue un dato menor. Este último tiempo de mi vida adulta, por azar, decisión propia o por decisiones tomadas por el otro, ha sucedido eso, he perdido todo marco de referencia masculino con quien contar para bajar la guardia.

Hoy, soy mi propio y único dique de contención.

4 comentarios:

delivery post-crucifixión dijo...

Te comprendo Jimena, en general estas situaciones límites nos remueven existencialmente y nos dejan como golpeados. La finitud es un hecho, lo sabemos..., pero realmente nos impacta cuando se va un ser querido o estimado por nosotros.

En cuanto al "referente masculino", estoy seguro que los hay. Sólo es cuestión de que la vida te vaya mostrando o señalando algunos. El tiempo lo dirá, ten confianza.

Beso grande para tí.
Ricardo

Daniel Os dijo...

Habría que establecer la diferencia entre referente y referente vivo. La finitud es inevitable pero el poder de referencia lo excede dependiendo de qué tipo de referente pudo haber sido o la capacidad de uno mismo de seguir aprendiendo de viejas lecciones.

De no ser así la obra de Borges ya no revelaría enigma, la voz de Goyeneche no transmitiría más emociones y… mi viejo estaría muerto.

Me niego a enterrar a los referentes,
D.

Maisa dijo...

Compartimos estas sensaciones "off the record".

Sólo me resta decirte que implica un enorme crecimiento personal sentirse así. Esas paradojas de la vida, en las que nos hacemos fuertes frente a una soledad o un dolor.

Contás conmigo; espero que no sea poco! Jua!

Y apoyo la moción de Os, dicho sea de paso. Aunque claro, el paso previo a lo que él dice es atravesar la variable "tiempo".

Te quiero amiga.

:)

Jime dijo...

los referentes no vivos siempre están... siempre aportan y siempre siguen transmitiendo enseñanzas yaolín

en este momento simplemente vendría bien un abrazo de oso masculino... que no suelte por un buen rato