lunes, 22 de febrero de 2010

La carta

Queridísima vida;

Por favor, “dosificame” el quantum de verdad/realidad, no te pido que la omitas o peor aún, que me alejes de ella con la idea de que necesito ser infantilmente “protegida”. No es eso, sólo que a veces no tenés el don de la oportunidad y te me aparecés así, crudamente, sin siquiera consultar como estoy.

En esos momentos me recordás a esas personas que sólo tienen en mente su egoísta necesidad y acuden a uno para pedir lo que necesitan pero nunca, jamás de los jamases se detienen a preguntarte cómo estás ni mucho menos a escucharte responder esa pregunta, y mucho menos aún intentar hacer algún aporte.

No hace falta que seas tan desagradable, soy conciente de que muchas veces tu misión es esa, venir con el garrote, pegar media vuelta, y esperar a recibir novedades para saber cuando tenés que volver a anoticiarme de algo.

A veces también sos linda, porque me transmitis cosas que me emocionan de felicidad hasta lo más profundo de mi ser, vale decirlo.

Sólo te pido eso, dame una pequeña tregua, si te parece bien date una vuelta a fin de marzo, pensémoslo así, un mes de suspensión en el aire, de hacer la plancha luego de la rompiente en algún cálido mar en el que decida vacacionar.

Queda claro, ¿no? No te digo que desaparezcas, sabés que me gusta tomar conciencia de tu presencia… así como también sabés que estoy bien, ni se te ocurra preocuparte por si me pasa algo grave, sólo que en éstos días estoy algo cansada y me vendría bien ese recreo.

No hay comentarios: