Temple

Según un diccionario -al referirse a los materiales-, es el punto de dureza o elasticidad que se le da a un material como el metal y el cristal -por ejemplo-, mediante la elevación de su temperatura a cifras muy altas para después enfriarlo bruscamente.

Eso le otorga una resistencia adicional que el material en sí mismo no tiene, es como un escudo protector, una burbuja de superhéroe. Si aún no tuviste oportunidad de ver cómo se hace ese proceso, no te lo pierdas, es fascinante, y si podes participar del mismo, ni te cuento.

Ese mismo diccionario también se refiere a las personas cuando hace referencia a que es la capacidad de una persona para enfrentarse con serenidad a situaciones difíciles o peligrosas.

Siempre relacioné a la palabra “temple” con ductilidad, capacidad de adaptación, situación que tiende a alejarse de la rigidez y a acercarse a la escucha, proceso en crecimiento, en definitiva, con madurez y evolución.

Luego, en el imaginario de mi mente intento reconocer -si, una obsesiva se la pasa catalogando, lo que no quiere decir que eso no vaya cambiando en el tiempo, simplemente acomodamos, una y otra vez-, decía que, en ese imaginario, voy colocando en casilleros individuales cuál es la unidad de “temple” de las personas con las que interactúo.

De ese modo en lo práctico, aplico el criterioso consejo de no pedirle peras al olmo.

No me pidas peras, ¿no ves que hoy claramente soy un olmo?.