jueves, 20 de agosto de 2009

Marcas

Cuando era pequeña, no recuerdo edad pero sería promedio a los 5 o 6 años de edad -seguramente mi hermana tiene un recuerdo más certero de la época-, vivíamos en casa con Teresa.

Teresa era una joven muchacha tucumana que trabajaba "con cama". Era dulce, muy dulce y cariñosa conmigo y mi hermana.

Todos los veranos viajaba a visitar a su familia a Tucumán y yo a modo de abrojo siempre quería acmpañarla. Hasta que un verano logré convencer a mi madre que me deje hacerlo, siempre fuí perseverante, eso no es novedad, y siempre me gustó tomar decisiones y sentirme libre, eso tampoco es nuevo. Viajé con Teresa, su familia vivía literalmente en el campo, al costado de una ruta, tenían horno de barro para cocinar pan con chicharrón y animales de granja, me encantaba ser seguida por los pollitos y pasar la tarde comiendo caña de azucar comprada a un señor que pasaba ofreciendo.

Un día, fuímos a "la ciudad" a comprar cosas en bicicleta, yo iba en el asiento de atrás, con tanta mala suerte que mi pie derecho se enganchó entre los rayos. Teresa no se animó a llamar a mi madre enseguida para comunicar el hecho y días más tarde, cuando la lesión y cicatriz estuvo más clara y controlada la llamó para obtener un "la traés inmediátamente para acá", concreto y tajante comentario de madre. Seguramente debe haberme dolido mucho, para ser sincera sólo tengo recuerdo de las cosas lindas que viví en esa casa del campo. De ese hecho lo único doloroso (?) que me queda y que pueda dar testimonio es una extensa cicatriz en la pierna.

Cada cicatriz en la piel representa un momento que algunas veces quiere ser borrado y otras no importa tanto, con los recuerdos pasa algo similar y aunque todavía no existe la especialidad "cirujano plástico de recuerdos", podría decirse que en cada uno de nosotros existe una suerte de facultativo que con bisturí virtual en mano se ocupa de lo que tiene que ocuparse.

5 comentarios:

Maisa dijo...

Hermoso relato Jime!
Me quedé pensando en lo valioso que es que hayas perseverado, puesto que la experiencia te marcó a full, y no precisamente por la cicatriz.
Me pregunto qué hubiéramos respondido nosotras como madres ante el llamado de Teresa...
Beso grande!

Anónimo dijo...

Qué lindo recuerdo. Es cierto a veces las cicatrices nos hacen recordar cosas lindas.
Yo la única presente es de mi cesarea. Te imaginarás que es el mejor recuerdo de mi vida.

Una dijo...

Yo doy fe de que sí existen los cirujanos plásticos de recuerdos.
Yo voy a uno y el pasado cambia, no empeora, se borra o no, se transforma, se alivia y embellece, pero nunca vuelve a ser el mismo que antes.

Jime dijo...

Celina, la cicatriz de una cesárea es un tema "mayor", un amigo decía en su juventud que lo único que lo podía inhibir en la cama es acostarse por primera vez con una mujer que tenga una cicatriz de esas... por qué será, no?

claro Una por eso decía, aún no pueden hacerlo con título que los avale... pero es cómo con las brujas, no existen pero...

Lulutrix dijo...

yo conozco una maravillosa cirujana de recuerdos, deja las cicatrices tan lisitas que cuesta encontrarlas